2 mar 2023

La propuesta (insuficiente) de los aspectos empresariales en el futurible módulo de Empleabilidad II

INFÓRMATE

El blog de José Manuel Roca. Preparador de oposiciones de FOL.

Estamos ante una apuesta errática que necesita una profunda revisión, si no queremos dejar desarmadas a las futuras personas emprendedoras formadas en la Formación Profesional.

El emprendimiento, si lo identificamos con la innovación, tiene al menos dos caras, el emprendimiento de innovación radical, rompedor, disruptivo, tecnológicamente muy avanzado como el ferrocarril en su momento (tomo el ejemplo de la propia teoría de Schumpeter, para qué vamos a ir más lejos) o un emprendimiento más modesto, más cercano, menos disruptivo pero que puede facilitar el empleo del propio emprendedor, como la comercialización de un nuevo tipo de embutido (por seguir con Schumpeter). 
En el primer caso (el del ferrocarril Schumpeteriano) estamos ante un emprendimiento muy exigente desde el punto de vista de los conocimientos científico-tecnológicos y seguramente de las cualificaciones y de ahí que los informes al uso (por todos el informe «España 2050: Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo», de fácil acceso en Internet) insistan en la necesidad de potenciar la investigación científico-tecnológica y de trasferir conocimiento al tejido productivo. Será importante atesorar conocimiento científico y tecnológico para afrontar el reto de las grandes innovaciones. En este contexto no necesitaremos que un experto en física tenga nociones de contabilidad o finanzas, la dimensión de su innovación seguramente permitirá disponer de equipos que se ocupen de esos aspectos. Aquí diremos ¿finanzas para qué?
Pero el informe antes citado también hace referencia al objetivo de “impulsar e incentivar el emprendimiento y el trabajo autónomo de los jóvenes, con especial atención a las zonas más despobladas” como propuesta para “fomentar la participación laboral, especialmente entre las personas jóvenes (…)” (págs. 312 y 313). Y cito este informe por estar auspiciado por el mismo gobierno que publica un proyecto de RD de ordenación de la Formación Profesional, en el que no aparecen suficientes referencias en materia de la necesaria formación empresarial del alumnado de FP. No concuerda bien lo que se hace con lo que se dice, al menos en esta segunda faceta de la innovación y el emprendimiento, la de los embutidos.
En este segundo caso de Schumpeter, el del nuevo embutido, las cosas cambian con respecto a las grandes innovaciones. Aquí sí es clara la necesidad de que este joven emprendedor disponga de los rudimentos educativos básicos en materia empresarial, más allá del mero fomento de la iniciativa empresarial. En este contexto sí necesitaremos que el administrador de la futura empresa o explotación (esa persona joven que con gran esfuerzo afronta la aventura empresarial) tenga nociones de contabilidad y finanzas. La dimensión de su emprendimiento seguramente no permitirá disponer de equipos que se ocupen de esos aspectos. Será la persona emprendedora la que necesita disponer de un leguaje que le permita comunicarse y entender a su asesor, que le permita entender por qué su empresa está o no en una situación de equilibrio o desequilibrio patrimonial. Aquí diremos: “finanzas para entender el funcionamiento económico de la pequeña empresa”. Y no solo finanzas. Podemos hablar, muchas otras dimensiones de gestión empresarial que los nuevos currículos deberían abordar. De lo contrario estaremos ante una auténtica involución.
Este marco nos llevaría a escenarios del pasado siglo XX, en los que importantes sectores del pequeño y mediano empresariado quedaban a veces al albur de los movimientos del mercado, por no disponer de herramientas básicas de gestión. 
La formación empresarial estaba presente con fuerza en la Formación Profesional regulada por la Ley General de Educación de 1970: La Formación Profesional se orientará a preparar al alumno en las técnicas específicas de la profesión por él elegida y en las cuestiones de orden social, económico, empresarias y sindical que comúnmente se presentan en ella (art. 41. 1). Los aspectos empresariales de la formación se consideraban incluidos en el área formativa común a todas las profesiones. Se configuraba a su vez como una subárea específicamente denominada, Formación Empresarial que integraba tres asignaturas: Organización de Empresas (OE), Seguridad e Higiene en el Trabajo (SHT) y Legislación Laboral (LL). En mi opinión, la Organización de Empresas era una excelente oportunidad para tener una visión general de la empresa desde ese enfoque organizativo, pero no era el mejor instrumento para el enfoque del emprendimiento.
Y también en el marco normativo LOGSE (1990) estaban presentes los contenidos empresariales. Incluso ya avanzado el período de vigencia de la citada ley, la E. de M. del Real Decreto 362/2004, de 5 de marzo, por el que se establece la ordenación general de la formación profesional específica, consideraba de interés los módulos profesionales relacionados con la orientación y las relaciones laborales, la prevención de riesgos laborales, las tecnologías de la información y la comunicación, los idiomas de los países de la Unión Europea y la creación y gestión de empresas.
En aquella época el módulo empresarial competencia del profesorado de FOL era el de Administración, gestión y comercialización de la pequeña empresa (AGC), posteriormente sustituido por hoy vigente (marco LOE, 2006) de Empresa e iniciativa emprendedora (EIE), con un currículo que, en mi opinión, ha resultado ser el más acertado entre los citados: OE, AGC, EIE.
La experiencia acumulada creo que nos permite considerar que el sistema educativo debe proveer al alumnado de Formación Profesional un saber empresarial persiguiendo, a grandes rasgos, algunas metas básicas. El alumnado de FP estará en muchos casos más cerca de la pequeña experiencia de emprendimiento que de la grande. No dispondrá de muchos recursos y, por tanto, el sistema debería tener la decencia de dotarlo, al menos, de instrumentos básicos para la creación y gestión de la pequeña empresa. La vacuidad curricular no aporta nada.
Se debe fomentar que el alumnado asimile conceptos (sí, sí, conceptos, que nadie se alarme) y adquiera los procedimientos oportunos. Por tanto, entre las metas perseguidas, se deberían encontrar el incremento de los conocimientos empresariales (resultado de conocimiento), la capacitación en procedimientos (resultado de desempeño) y el fomento de actitudes y valores relacionados con el espíritu empresarial. Por tanto, el punto óptimo se encontraría en que el alumnado de FP (parte de él se debe entender) fuese capaz de constituir una empresa viable y por supuesto, fuese capaz de gestionarla. Esta podría ser su solución laboral. Para ello se habría de lograr un razonable nivel de motivación y cultura emprendedora, es decir, un saber comportarse como empresario, una formación empresarial básica desde el punto de vista del conocimiento, es decir, un conocimiento adecuado de conceptos empresariales y, por último, una capacidad para detectar oportunidades de negocio, proyectar el negocio y, por fin, administrarlo. En síntesis, podríamos decir que se debería alcanzar un saber ser empresarial, una saber hacer empresarial y un saber empresarial. Esa combinación será la que permita alcanzar la oportuna competencia. O, dicho de otra manera, una competencia es una combinación contextualizada y en el campo que nos ocupa son necesarias las tres dimensiones mencionadas para ser competente como empresario o, en su caso, como trabajador autónomo.
Si repasamos el proyecto, encontramos una gran cantidad de referencias al emprendimiento, pero como viene siendo habitual en los últimos tiempos, con un cierto carácter etéreo. El objetivo g) del proyecto de real decreto por el que se establece la ordenación del sistema de formación profesional predica ofertar formación actualizada y suficiente, que incorpore (…) el emprendimiento… Y se insiste en la necesidad del emprendimiento en otros apartados del proyecto, pero luego podemos encontrar importantes y significativos déficits. Estas insuficiencias quedan puestas de manifiesto si leemos la propuesta de diseño básico del módulo de Empleabilidad II. Como decía al principio, estamos ante una apuesta pobre, insuficiente y errática que necesita una profunda revisión si no queremos dejar desarmadas a las jóvenes persona emprendedoras. El proyecto no está a la altura de la necesaria formación de nuestros estudiantes. 

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